miércoles, 6 de julio de 2011

Cleopatra, musa omnipresente



Coincidiendo con la publicación de este mes en la revista National Geographic de la búsqueda de la tumba de la reina Cleopatra, he vuelto a recordar que siempre que en las clases hago alusión al personaje y les hablo a los alumnos de su historia de amor con Julio César y Marco Antonio y el trágico final en Accio suelen pedirme que les explique cómo era físicamente y cómo fue capaz de seducir a dos de los hombres más poderosos de su época.
Parece que tenemos cierta necesidad de asociar una imagen a la historia que se nos cuenta y esa misma necesidad engrandece el mito y lo hace cada vez más férreo. Porque está claro que el halo de misterio que rodea todavía a la última reina egipcia parece un guiño del destino, una cadena de pistas no descubiertas, un deseo mismo de continuar investigando hasta llegar a la meta.

Al igual que recrearon el supuesto verdadero rostro de Tutankhamon, a partir de su cráneo, la egiptóloga Sally Ann Ashton ha reconstruído el que sería el rostro de Cleopatra más cercano a la realidad. La reina había tenido antepasados egipcios y , claro está, griegos. Esta foto computarizada en 3D es muy realista y muestra a una mujer joven y hermosa de etnia variada. La versión de Occidente es totalmente distinta. Nos deja ver a una mujer de piel de porcelana, maquillada en exceso y sin rasgos orientales. Pensemos nada más en Liz Taylor o en Angelina Jolie, la última actriz que tiene en proyecto encarnarla.


La egiptóloga se ha basado en imágenes de objetos antiguos, entre unos un anillo de hace 2.000 años. De todas formas, podemos seguir comparando :







 Moneda de bronce con una de las escasas imágenes contemporáneas de Cleopatra que han llegado hasta hoy.











         

Bustos de la reina. El segundo se cree que pudo ser realizado durante su estancia en Roma.



Vayamos ahora al cine. La única representación que hasta la fecha me convence y creo muy cercana al parecido real es la de la actriz Lyndsey Marshall en la serie Roma:



        
 El parecido físico es más acusado en la forma del rostro, la nariz, los labios. Y ante todo, no va tan sumamente maquillada.









El artículo de la revista  sitúa en Taposiris Magna, ciudad dedicada a los dioses Isis y Osiris, la posible tumba de Marco Antonio y Cleopatra. Zahi Hawass, secretario general del Consejo Superior de Antigüedades de Egipto, y Kathleen Martínez, profesora de arqueología en la Universidad de Santo Domingo, se han puesto manos a la obra y buscan en el complejo religioso de la ciudad cualquier indicio que les lleve al encuentro de Cleopatra. Kathleen cree que Cleopatra decidió hasta el último momento cómo morir y su identificación con la diosa madre Isis era un hecho constante. Se alude incluso a la identificación de Marco Antonio con Osiris, hermano-esposo de Isis.



                                   Templo de Taposiris Magna, al oeste de Alejandría, en Egipto
 


                                       Hallazgos de Taposiris Magna: escultura en bronce de la diosa Afrodita, busto de   alabastro de Cleopatra y monedas acuñadas con su rostro



De todas formas, hay detractores de la teoría de Martínez, aunque yo la considero muy viable.Por primera vez se buscan datos de la reina en la tierra, no en los libros, como sostiene la arqueóloga.
Por ahora el trabajo en las ruinas ha sido paralizado, debido a las revueltas que sufrió Egipto a primeros de este año. Aún así piensan retomarlo en otoño.
El impacto que podría causar el hallazgo me hace estremecer. Por fin leeríamos con fidelidad las últimas páginas de la historia de Egipto y Cleopatra saldría a la luz dejando atrás los velos que la cubren.